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La genialidad de Griezmann



Que los 500 partidos en Liga de Diego Pablo Simeone coincidieran con el undécimo aniversario de la muerte de Luis Aragonés era una alineación de los astros que, para desgracia del Mallorca, por cuyo banquillo pasó también el de Hortaleza, tenía que acabar en victoria del Atlético. En partido de entreguerras, por lo que vino, por lo que vendrá, justificado el precio de la localidad en todo caso por la deliciosa vaselina con la que Griezmann la mandó a guardar para sentenciar de una vez. En la prolongación, cómo no. Fue la rojiblanca faena de aliño, con desenlace incierto por aquello de que la muchachada de Arrasate trataba de apretar, con desenlace feliz en todo caso.


Sin De Paul, su mejor futbolista de los últimos meses, y sin el propio Antoine, en el banquillo de arranque, el Atlético se disponía en el 4-4-2 habitual del curso cuando el Mallorca tenía la pelota, pero había fases de ataque en las que Julián se retrasaba para 'griezmannear' desde mediocampo, permitiendo que Giuliano y Lino ganaran metros por sus respectivas bandas. Fue del brasileño precisamente la diana del primer acto, después de que Le Normand robara y de que Giuliano tirara una diagonal que atrajó jugadores rivales para encontrar perfilado a su compañero, que agradeció la desaparición del carrilero rival despachando un zurdazo raso en lo que Greif se desplomaba como un saco.

Griezmann dibuja una maravilla para liquidar al Mallorca

Nada de cargar las tintas sobre el meta eslovaco, en cualquier caso. Sin noticia alguna de su equipo en el otro área, si acaso una conducción de Darder interrumpida por Le Normand, otra vez Le Normand, el de las manoplas aún tuvo que lucirse ante Sorloth, primero, y sobre todo ante Giuliano, después, para evitar que el castigo fuera mayor al entreacto. El Atlético estaba jugando a medio gas, o eso parecía, pero en todo caso le daba para que con intervalos más o menos regulares aparecieran las ocasiones. En casi todas, las cosas como son, andaba el menor de los Simeone, capaz de que Mojica pareciera lento.


El desenamorado Arrasate había tirado con lo que tenía, a ver qué remedio, dibujando un 5-3-2 incapaz de que engancharan las dos últimas líneas, allá se las apañara la primera. Larin y Muriqi procuraban bajar balones, siempre en desventaja, así que estar a tiro de empate y por tanto de partido era la noticia positiva que dejaban en clave bermellona 46 minutos en los que pasó desapercibido García Verdura al silbato. Con unos cuantos muchachos a tiro de quinta tarjeta para perderse el derbi, después de que Sánchez Martínez dejara aquello como un solar días antes, era lo único que pedía el Metropolitano.


Pero terminaría siendo que no. Mediada la segunda parte coincidieron prácticamente la aparición sobre el campo de Asano y Navarro, la dichosa amarilla de Le Normand tras túnel del japonés que afeó el notable partido del central y que Oblak apenas pudiera palmear al larguero la consiguiente falta lateral botada por Darder. Supuso tal sucesión el toque a rebato del Mallorca, que enseguida tuvo otras dos, el disparo de Dani Rodríguez tapado por Reinildo tras correría de los recién llegados, el cabezazo de Muriqi desviado a la salida del córner. El Atlético, definitivamente, se había metido en un lío. Del que no lo sacaban los sucesivos cambios del Cholo, destacable por lo táctico el de Correa por Koke.


Había tenido la tropa local un disparo de Barrios desviado por Larin, una travesura de Le Normand a la que no echó el lazo Grizi y una sorprendente falta al larguero de Riquelme, léase lo de sorprendente por la jerarquía que precisa un futbolista para encargarse, no por la calidad del canterano en el empeño. O sea, ocasiones había. Llegaban a ratos, pero había. La cuestión es que el partido amenazaba con romperse y, sobre todo, que el Mallorca se lo había creído. Hasta que un ataque visitante derivó en contra local. Suele pasar. Y entonces, Griezmann. Ahora, la Copa. Después, el derbi. Sin Le Normand. Pero con De Paul. Febrerillo el loco...

 

Información de: Alberto R. Barbero  (Marca)

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