Un mundo infeliz
- APEI PRTVI
- 9 feb
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Es la hora de hacer la revolución de los ácratas porque los ciudadanos civilizados han entregado su libertad a los más mediocres del pueblo que abusan de ellos en nombre de una democracia debilitada y en riesgo. La situación es grave y el grito de “¡sálvese quien pueda!”, además de ser una expresión egoísta, es una llamada a la supervivencia de la gente inteligente y honrada.
En la historia de los pueblos siempre hubo déspotas y abusadores que tras hacer daños irreparables murieron cual merecían, no sin antes haber dejado un camino sembrado de víctimas, porque esos aprendices de dictador no son líderes sino verdugos.
Los emigrantes de hoy no son los que antaño iban en busca de trabajo a otros países. Son unos visionarios, muchos de ellos jóvenes, que se han adelantado a la catástrofe que empieza a asolar nuestro país y han descubierto que la esclavitud de hoy tiene rostro de prohibiciones y normas fiscales de latrocinio que les condenan a ser pobres mientras que algunos de sus gobernantes se enriquecen, sin poder acreditar oficio ni mérito.
El drama de una sociedad que se deja sodomizar por el gobierno a cambio de unos denarios cobrados por repetir consignas, es la voz de alarma que despierta las conciencias de las mujeres y los hombres que saben que las dictaduras modernas se consolidan acallando la ambición legitima de los ciudadanos libres.
También es responsable esa parte de la sociedad que solo tiene ideología pero carece de ideas propias.
En España se ha naturalizado coloquialmente la expresión “dictador o dictadura” referida a un gobierno que actúa con tics autocráticos, y tal vez sea una tendencia de deterioro de nuestros derechos porque también se comporta de esa guisa Donald Trump , y otros líderes mundiales que han logrado robarle libertades a sus pueblos.
Hoy hablo de mi pueblo, de mi país, de mi patria. No le echo la culpa de nuestras desgracias solo a los mediocres o abusadores que manejan el poder. También es responsable esa parte de la sociedad que solo tiene ideología pero carece de ideas propias conscientemente asumidas, para soñar con la utopia de que “el poder reside en el pueblo”
La vida es un experimento sociológico y, a veces, mental, pero sobre todo es individual. La suma de voluntades, no es lo mismo que la suma de indiferencias o mediocridades.
Aldoux Huxley describió un mundo feliz, artificial y engañoso en una sociedad sin voluntad. Ese relato de hace más de 90 años regresa a la actualidad. La felicidad artificial no existe. Hay que buscarla aunque sea huyendo del lugar en el que los que mandan empobrecen la alegría.
Texto de. Diego Armario
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