Vargas Llosa periodista, el plumilla que alimentó al escritor
- motorgolfyviajes
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Actualizado: hace 5 horas

Desde que en 1952 entró por primera vez a una redacción, Vargas Llosa no dejó de hacer periodismo. 71 años como periodista que le llevaron incluso a ser comentarista deportivo en RTVE.
Acompáñenme un momento al lugar y al tiempo en el que empezó todo, al lugar y al tiempo que explican muchas cosas de los 70 años que vinieron después. Acompáñenme a la redacción del diario “La Crónica”. Estamos en 1952, en el Perú manda el dictador populista Manuel Odría, y en esta larga Avenida que ven se encuentra la sede del periódico.
La Crónica no es tan respetada en Lima como "La Prensa" o "El Comercio", pero tiene muchos lectores que buscan las noticias policiales o "crónica roja". Para esa sección trabaja este chico de apenas 16 años, que ven entrar en este momento en el edificio. Indudablemente guapo, camina a grandes zancadas porque siempre tiene prisa, pero no pierde ese porte elegante. Sube las escaleras saludando efusivamente a todo el mundo, sonríe mucho y sonríe siempre y además le encanta trabajar aquí. Sube a buscar al jefe de la sección de crónica roja, Luis Herminio Becerra Ferreyra, más conocido como Don Luís por la mañana, o como Becerrita, cuando cae la noche.
Becerrita es un viejo periodista de sucesos prototípico de los años 50: vividor y bebedor, fumador, conocedor de mil chismes, buscavidas y aventurero. De él aprenderá mucho este chaval de 16 años, que trabajará aquí mientras estudia y mientras le deja su rígido padre que no considera el periodismo un oficio de bien. Al joven Mario Vargas Llosa, sin embargo, el periodismo le fascina desde el primer momento. Le atrapa, se le mete en la vida. Ahora vemos a Mario desandar lo andado… no encuentra a Don Luis en la redacción y desciende las escaleras de cuatro en cuatro para llegar al bar, que es la oficina que más frecuenta su jefe. Dentro de poco más de diez años comenzará a escribir sus recuerdos de todo esto:
¿En qué momento se había jodido el Perú?
"Desde la puerta de La Crónica, Santiago mira la Avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?"
De esta manera demoledora comienza Conversación en la Catedral, la tercera novela del escritor Vargas Llosa que arranca con una pregunta que le cede el Vargas Llosa periodista: ¿En qué momento se había jodido el Perú? … La novela la protagoniza Santiago Zavala, Zavalita, trasunto del autor, y uno de los famosos periodistas protagonistas de sus obras junto a Pedro Camacho, el peculiar libretista boliviano de radionovelas en La tía Julia y el escribidor o el inolvidable periodista miope de la guerra del fin del mundo.
-Trabajó para múltiples periódicos y fue comentarista del Mundial 82 para Televisión Española
Vargas Llosa siempre dijo que para él era más fácil decir cómo había influido el periodista al novelista y no al revés. Porque Vargas Llosa siempre hizo ficción con un pie en la realidad, porque la biografía de Vargas Llosa impregna toda su obra. Por eso es necesario reconocer la magnitud del Vargas Llosa periodista, el que trabajó en La Crónica, en La Industria, el que escribió en El País, Le Monde, The New York Times, en La Tercera y en Letras libres. El editor de Cuadernos de composición y de la revista Literatura, el presentador de La torre de babel en Panamericana Televisión, el locutor de radio….
La crónica fue su maestra
Pero todo empezó en aquel enero de 1952, cuando Becerrita y La Crónica comenzaron a llenar la paleta de colores que poblarían la literatura del futuro escritor. Vargas Llosa aprende en los sucesos el pulso de la crónica negra que bordará en Quién mató a palomino Molero Lituma en los Andes e incluso en La Fiesta del chivo. Con la crónica rosa y de chismes intuirá cómo atrapar al lector, cómo introducir las técnicas del folletín que ya utilizara su admirado Dumas en sus relatos (ignoraba entonces que él mismo sería protagonista de las grandes revistas de esa crónica).
Hay mucho pulso rosa en Travesuras de la niña mala, por ejemplo, una de sus novelas menores más deliciosas y entretenidas. Con la crónica política aprende a diseccionar la realidad y nunca dejará de hacerlo, nunca prescindirá de esa mirada crítica, durísima a la sociedad que vive, desde su deslumbrante debut en La ciudad y los perros. Y curiosamente La Crónica tiene una edición, conocida como La Tercera, que se dedica exclusivamente a los deportes, una de las grandes pasiones del joven escritor que utilizará su prodigiosa memoria en acumular datos deportivos y que se convertirá, muchas décadas después, en comentarista del Mundial 82 para Televisión Española.
La pluma de Vargas Llosa cada década
Desde aquellos comienzos en los años cincuenta el periodismo acompañará siempre a Vargas Llosa y en cada década reflejará su vida y su pensamiento. En los sesenta, los pequeños empleos de periodista le ayudaron a subsistir en la miseria que vivía en París.
En los setenta se consolidaron, junto a su carrera literaria, las colaboraciones en prensa de prestigio. En los ochenta comienzan sus devaneos televisivos: las noches de los domingos presenta un programa en prime time en la televisión de su país, un programa cultural, llamado La Torre de Babel, muy popular entre el público y en el que entrevista a grandes como Jorge Luis Borges, y a otras no menos grandes como Corín Tellado en una de las entrevistas más populares de esos años.
-La crónica fue su maestra para la ficción, la que escribió siempre con un pie en la realidad
En los noventa, comienza a escribir la columna Piedra de toque en El País. De esas “piedras de toque” conviene rescatar algunas que son ya historia del mejor columnismo: La trompeta de Deyá, publicada en julio de 1991, en la que recuerda a su querido Julio Cortázar, Nuevas inquisiciones, publicada en noviembre de 1998 en la que cuestiona el progresivo amarillismo de la prensa o (qué profecía) la conversión de la vida privada en entretenimiento. Pero quizá es Madrid en el corazón, publicada el 21 de marzo de 2004, una de sus columnas más emotivas y rotundas: una carta de amor a Madrid y un ataque furibundo al fanatismo.

También en los 90, tras ser derrotado como candidato a la presidencia de Perú por Alberto Fujimori, la política internacional, a la que siempre había prestado interés, se convertirá en eje fundamental de su actividad periodística junto a la que dedica a su propio país. Alfaguara ha publicado recientemente su obra periodística y el tomo II, dedicado a Perú y titulado El país de las mil caras, se extiende a más de 800 páginas, mientras que el tercer tomo: El reverso de la utopía, América latina y Oriente Próximo abarca 780 páginas. Los dos realmente interesantes.
"Decir siempre la verdad, aunque ella sea difícil de asimilar y describir"
El 17 de diciembre de 2023, poco después de anunciar en su última novela: Le dedico mi silencio que se despedía de la ficción, Mario Vargas Llosa anunció que dejaba también el periodismo y escribió su última Piedra de toque. En ella mandaba un mensaje a los periodistas del presente y del futuro: “Mi consejo, decía antes, a los periodistas jóvenes, es decir, siempre la verdad, aunque ella sea difícil de asimilar y describir, en función de la realidad. Aunque a menudo esto resulta arduo, siempre hay maneras de acercarse a ella, y creo que si el periodista renuncia a su obligación de decir la verdad, esa es la fuente de la que derivan todos los males de la prensa, desde el pequeño disfuerzo hasta el maremoto que puede provocar la mentira.
El periodista de talento busca la verdad como una espada que se abre paso por doquier. Decir mentiras, manipular, es fácil, pero tarde o temprano queda en evidencia. El que dice la verdad y la defiende presta un servicio a sus lectores y a su tiempo”. El periodista Vargas Llosa intentó servir así a sus lectores y a su tiempo, del mismo modo que su peculiar maestro, Becerrita, el de La Crónica, sirvió a los suyos. Gracias, muchas gracias, a los dos.
Texto de: MIGUEL ÁNGEL HOYOS
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